Qué mejor que un helado o una raspadilla (granizada) para combatir el calor que sigue agobiando a quienes vivimos en Japón. Según el antiguo calendario lunar nipón, aquellos que comían un pedazo de hielo el 1 de junio (principios de julio en nuestra época), podían librarse ese año de los rigores del verano.
Por increible que parezca, en el siglo IV los japoneses ya sabían cómo fabricar hielo. En invierno se excavaba un hueco profundo en la tierra y se llenaba con nieve, que posteriormente era prensada hasta conseguir su solidificación. De este modo se obtenía una masa de hielo. Más tarde la boca del agujero se cubría con hierbas y ramas. Este depósito de hielo se llamaba himuro. Por supuesto, cuando llegaba la primavera, comenzaba a derretirse, pero como la masa de hielo era grande, no desaparecía del todo antes del verano.
Ni qué decir tiene que sin aire acondicionado ni ventilador, los veranos debían de ser tremendamente calurosos antaño. Además, por aquella época los japoneses vestían quimonos de varias capas y quitarse la ropa era una falta de cortesía, educación y elegancia, sobre todo para la clase alta. Con qué alegría debían de recibir los trocitos de hielo los habitantes de aquellos tiempos.
Sin embargo, el hielo era un objeto preciado del que solo podían disfrutar la familia imperial y los cortesanos. Sei Shonagon, una célebre aristócrata del siglo X y autora del famoso ensayo "Makura no soshi" ("El libro de la almohada"), fue una de aquellas personas privilegiadas, y no perdió la ocasión en sus escritos de describir la raspadilla. "Una de las cosas más nobles y elegantes es el hielo raspado almibarado y servido en una taza de metal nueva", puede leerse en su obra.
Durante la Era Edo, la familia de los Tokugawa, que gobernó Japón entrte 1603 y 1867, hizo del hielo proveniente del Monte Fuji una de sus delicias favoritas. Para ello no escatimaban en preparativos. Un grupo de sirvientes llevaba el hielo corriendo hasta Edo (la actual Tokio). Solo un pequeño bloque de hielo llegaba hasta el palacio, pero para el shogun de la época merecía sin duda la pena.
Con la apertura del puerto de Yokohama (Kanagawa) y la llegada de los barcos extranjeros, en 1859 los estadounidenses comenzaron a exportar bloques de hielo a Japón. De Boston partía un navío repleto de hielo. Tras atravesar dos veces el Ecuador, una en el océano Atlántico y otra en el Índico después de pasar por el Cabo de la Buena Esperanza, la nave llegaba a Yokohama con la preciada mercancía. Habían transcurrido seis meses.
"DICEN QUE SE LLAMA AISUKURIN"
"Hay algo que no entiendo, este hielo teñido de diversos colores tiene una forma especial y su sabor es sumamente dulce. Además, apenas entra en la boca, se derrite. La verdad es que es delicioso. Dicen que se llama aisukurin", escribió Tosei Yanagawa, uno de los miembros de la misión, en su diario.
De vuelta en Japón fue Fusazo Machida quien fabricó el primer helado. Machida, que fue instruido sobre su experiencia en el exterior por el capitán del "Kairinmaru", Kaishu Katsu, viajó dos veces a Estados Unidos para aprender a hacer helados. El 9 de mayo de 1869 abrió la primera heladería en Japón, en Yokohama. Hoy Japón celebra en dicha fecha "el día del helado".
Al principio el nuevo dulce resultaba muy caro y solo estaba al alcance de los bolsillos de los nuevos ricos aparecidos tras la Restauración Meiji de 1868 y de la comunidad de extranjeros.
El nuevo gobierno tenía por costumbre organizar todas las noches un baile al estilo occidental para demostrar que Japón ya era un país avanzado como Estados Unidos y los países europeos. En aquellas galas podía verse a las damas niponas ataviadas con lujosos trajes occidentales del siglo XIX y disfrutando entre baile y baile de un rico y refrescante helado.
Hubo que esperar hasta la Era Taisho (1912-1926) para que el pueblo japonés pudiera disfrutar de un aisukurin. Esto fue posible sobre todo a partir del año 1920 cuando la empresa Fuji Aisu comenzó la fabricación industrial de helados.
Posteriormente, cuando en la década de 1950 los hogares japoneses empezaron a tener acceso a frigoríficos y congeladores, los helados, para muchos nipones simplemente aisu, se convirtieron en un dulce habitual en la cocina. Estos electrodomésticos permitieron además disponer de hielo en cualquier momento para poder hacer refrescantes raspadillas en casa.En 1860 un barco de los Tokugawa partió de Edo rumbo a Washington acompañado por un buque de Estados Unidos para entregar el documento de ratificación del tratado de comercio bilateral. La nave llamada "Kairinmaru" se convirtió en el primer barco japonés que atravesaba el océano Pacífico. Al llegar al istmo de Panamá, la delegación japonesa hubo de desembarcar, recorrer un trecho a pie y abordar otro buque estadounidense para llegar a Washington. Fue entonces cuando los guerreros samuráis que componían la expedición fueron obsequiados con un dulce frío que nunca habían comido. Fue su primer helado.
Por increible que parezca, en el siglo IV los japoneses ya sabían cómo fabricar hielo. En invierno se excavaba un hueco profundo en la tierra y se llenaba con nieve, que posteriormente era prensada hasta conseguir su solidificación. De este modo se obtenía una masa de hielo. Más tarde la boca del agujero se cubría con hierbas y ramas. Este depósito de hielo se llamaba himuro. Por supuesto, cuando llegaba la primavera, comenzaba a derretirse, pero como la masa de hielo era grande, no desaparecía del todo antes del verano.
Ni qué decir tiene que sin aire acondicionado ni ventilador, los veranos debían de ser tremendamente calurosos antaño. Además, por aquella época los japoneses vestían quimonos de varias capas y quitarse la ropa era una falta de cortesía, educación y elegancia, sobre todo para la clase alta. Con qué alegría debían de recibir los trocitos de hielo los habitantes de aquellos tiempos.
Sin embargo, el hielo era un objeto preciado del que solo podían disfrutar la familia imperial y los cortesanos. Sei Shonagon, una célebre aristócrata del siglo X y autora del famoso ensayo "Makura no soshi" ("El libro de la almohada"), fue una de aquellas personas privilegiadas, y no perdió la ocasión en sus escritos de describir la raspadilla. "Una de las cosas más nobles y elegantes es el hielo raspado almibarado y servido en una taza de metal nueva", puede leerse en su obra.
Durante la Era Edo, la familia de los Tokugawa, que gobernó Japón entrte 1603 y 1867, hizo del hielo proveniente del Monte Fuji una de sus delicias favoritas. Para ello no escatimaban en preparativos. Un grupo de sirvientes llevaba el hielo corriendo hasta Edo (la actual Tokio). Solo un pequeño bloque de hielo llegaba hasta el palacio, pero para el shogun de la época merecía sin duda la pena.
Con la apertura del puerto de Yokohama (Kanagawa) y la llegada de los barcos extranjeros, en 1859 los estadounidenses comenzaron a exportar bloques de hielo a Japón. De Boston partía un navío repleto de hielo. Tras atravesar dos veces el Ecuador, una en el océano Atlántico y otra en el Índico después de pasar por el Cabo de la Buena Esperanza, la nave llegaba a Yokohama con la preciada mercancía. Habían transcurrido seis meses.
"DICEN QUE SE LLAMA AISUKURIN"
"Hay algo que no entiendo, este hielo teñido de diversos colores tiene una forma especial y su sabor es sumamente dulce. Además, apenas entra en la boca, se derrite. La verdad es que es delicioso. Dicen que se llama aisukurin", escribió Tosei Yanagawa, uno de los miembros de la misión, en su diario.
De vuelta en Japón fue Fusazo Machida quien fabricó el primer helado. Machida, que fue instruido sobre su experiencia en el exterior por el capitán del "Kairinmaru", Kaishu Katsu, viajó dos veces a Estados Unidos para aprender a hacer helados. El 9 de mayo de 1869 abrió la primera heladería en Japón, en Yokohama. Hoy Japón celebra en dicha fecha "el día del helado".
Al principio el nuevo dulce resultaba muy caro y solo estaba al alcance de los bolsillos de los nuevos ricos aparecidos tras la Restauración Meiji de 1868 y de la comunidad de extranjeros.
El nuevo gobierno tenía por costumbre organizar todas las noches un baile al estilo occidental para demostrar que Japón ya era un país avanzado como Estados Unidos y los países europeos. En aquellas galas podía verse a las damas niponas ataviadas con lujosos trajes occidentales del siglo XIX y disfrutando entre baile y baile de un rico y refrescante helado.
Hubo que esperar hasta la Era Taisho (1912-1926) para que el pueblo japonés pudiera disfrutar de un aisukurin. Esto fue posible sobre todo a partir del año 1920 cuando la empresa Fuji Aisu comenzó la fabricación industrial de helados.
Posteriormente, cuando en la década de 1950 los hogares japoneses empezaron a tener acceso a frigoríficos y congeladores, los helados, para muchos nipones simplemente aisu, se convirtieron en un dulce habitual en la cocina. Estos electrodomésticos permitieron además disponer de hielo en cualquier momento para poder hacer refrescantes raspadillas en casa.En 1860 un barco de los Tokugawa partió de Edo rumbo a Washington acompañado por un buque de Estados Unidos para entregar el documento de ratificación del tratado de comercio bilateral. La nave llamada "Kairinmaru" se convirtió en el primer barco japonés que atravesaba el océano Pacífico. Al llegar al istmo de Panamá, la delegación japonesa hubo de desembarcar, recorrer un trecho a pie y abordar otro buque estadounidense para llegar a Washington. Fue entonces cuando los guerreros samuráis que componían la expedición fueron obsequiados con un dulce frío que nunca habían comido. Fue su primer helado.
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