lunes, agosto 27, 2007

historia del tatuaje en Japón y la yakuza


Al igual que en la mayoría de los países del mundo, el negocio del tatuaje vive en Japón una etapa de prosperidad debido al gusto de los jóvenes por estas "marcas personales". Considerado de moda, el tatuaje se ha convertido en un elemento indispensable de toda persona que aspire a ser famoso, o al menos a llamar la atención. Actores, futbolistas y personalidades del mundo de la música no serían los mismos si sus brazos no estuvieran solapados de tatuajes.
En Japón, el arte del tatuaje se conoce como "irezumi" o "horimono" y tiene su origen en el siglo XVIII. Los primeros habitantes del archipiélago, los Ainu, solían lucir tatuajes en el rostro. Era una costumbre más de su cultura. Sin embargo, la expansión del budismo, procedente de China, acabó estigmatizando a las personas tatuadas, a las que llegó a identificarse con criminales.
Paralelamente, uno de los artes pictóricos más delicados de Japón se hizo eco de la existencia del tatuaje. El "ukiyoe" empezó a representar a varones semidesnudos con el cuerpo atiborrado de tatuajes, sobre todo en la espalda y los antebrazos. El artista ponía el mismo empeño en el diseño del dibujo que en los propios tatuajes inventados para sus modelos, de manera que los tatuajes creados alcanzaban un gran nivel artístico. El principal ejemplo lo constituye el pintor Kuniyoshi, cuya serie de estampas "Suikoden", de 1827, basada en una novela china, fue muy popular, al punto de que sus tatuajes fueron copiados posteriormente por algunos tatuadores profesionales.
SIGNO DE LA YAKUZALa caída en desgracia del tatuaje se inició en 1720, cuando el gobierno decidió "marcar" a los delincuentes peligrosos con un tatuaje identificativo. Se trataba de un brazalete dibujado en el brazo que anulaba socialmente al individuo, ya que nadie quería relacionarse con exconvictos.
Aunque esta medida fue abolida en 1870, la exclusión creada en torno a un grupo de personas (los delincuentes) provocó en estos un sentimiento de unidad, lo que les llevó a organizarse en bandas. Fue el inicio de la yakuza, o mafia japonesa. Los miembros de la yakuza, aún hoy día, gustan de tatuarse enormes dibujos a lo largo de la espalda, desde dragones a peces, y tanto el cine como la literatura han contribuido a la glorificación de esta imagen de hombre duro con todo el cuerpo revestido de tinta.
A principios del siglo XX, el gobierno imperial prohibió los tatuajes como medida para adaptarse a las costumbres occidentales y la idea de civilización procedente de Europa. Sin embargo, el tatuaje siguió siendo muy demandado, entre otros, por los marineros de todo el mundo que hacían puerto en el archipiélago. Estos mismos marineros fueron los que, al volver a sus países de origen, empezaron a dar fama mundial al arte tatuador japonés.
En 1948, el tatuaje volvió a estar permitido y ahora muchos de los clientes eran soldados norteamericanos de las fuerzas de ocupación. Así, tatuarse la piel recuperó popularidad y poco a poco llegó a ser considerado signo de modernidad, aunque entre la población japonesa queden muchas personas que aborrecen el tatuaje por su relación con la yakuza.
TATUADORES FAMOSOSEl arte del tatuaje tiene, cómo no, sus propios artistas. Del periodo Edo (1603-1867) han pasado a la historia (aunque no haya constancia fotográfica de su trabajo) los nombres de Karakusagonta, Darumakin, Charibun o Horiichi.
El más famoso tatuador de esa época fue Horiuno, nacido en Kanda en 1843. Tatuó sobre todo a trabajadores de la construcción y a obreros, algunos de los cuales formaron en 1912 la Sociedad de Amigos del Tatú de Kanda. Esta asociación fue creciendo y dentro de ella se llevaron a cabo reuniones periódicas para estrechar lazos.

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