miércoles, julio 16, 2008

¿Son aburridos los hombres?


¿Son aburridos los hombres? El último número de Intelligent Life, la revista trimestral de lifestyle del semanario The Economist incluye un artículo investigando el asunto. Un sondeo realizado por la autora del artículo, Sabine Durrant, entre amigos y sus parejas sugiere que la controversia es tan irrefutable que las pruebas son poco necesarias, lo que da una visión de los expertos a por qué los hombres son aburridos.

P
rudence Barratt, de 52 años, consultora de dirección, fue a una cena en Londres en la cual, las mujeres se sentaban en un lado de la mesa y los hombres en el otro. "Y fue la mejor cena a la que he ido en años. Fue como en los viejos tiempos, cuando las mujeres se retiraban dejando a los hombres hablando monótonamente sobre el oporto y los puros, durante toda la tarde. Fue una bendición."
Jess Spillane, de 44, una profesora del suroeste de Inglaterra, dice: "Tiene que ver con el macho. Cuanto más macho es un hombre, más aburrido puede llegar a ser. Es por esto que los gays son normalmente una mejor compañía. Cuando los machos hablan sobre su trabajo, tienen que demostrar algo. O martillean con el tema, en casa o no hablan en ningún caso. Hay dos tipos de hombres: los pomposos y los somnolientos."
"Por supuesto que los hombres son aburridos," dijo Maeve Pollard, de 48, "si estáis solos los dos, la mujer piensa, '¿de qué hablamos? Hablemos de esto.' El hombre ni se molesta…"
Así que, ¿qué está pasando aquí? Si los hombres heterosexuales son tan increíblemente aburridos, la raza humana se habría muerto de aburrimiento hasta la extinción. Puede que simplemente sea un malentendido. Estudios recientes han mostrado que hay diferencias esenciales en el funcionamiento del cerebro masculino y del femenino.
Simon Baron-Cohen, profesor de psicopatología desarrollada en la Universidad de Cambridge, expone que el cerebro femenino está diseñado para la empatía, y el cerebro masculino para el entendimiento y la construcción de sistemas, aunque por supuesto, no todos los hombres tienen un cerebro típicamente masculino y no todas las mujeres tienen uno femenino.
La teoría E-S de Baron-Cohen (para la empatía-sistémica) sostiene que la gente con autismo muestra un extremo del típico perfil masculino, alto en sistemas, bajo en empatía. Está basado parcialmente en observar el comportamiento de los niños en situaciones sociales. Dejando unos cuantos coches de plástico para que los niños monten, los niños tienden a chocar los coches deliberadamente mientras las niñas, normalmente, los conducen más cuidadosamente con más sensibilidad hacia los otros. "Las mujeres son también más sensibles a las expresiones faciales. Son mejores a la hora de descodificar comunicación no verbal, coger matices sutiles de los tonos de voz o las expresiones faciales, o al juzgar el carácter de una persona."
Los típicos puntos fuertes masculinos -dedicación, seguridad en uno mismo- pueden elevarles en el trabajo y hacerles tomar la iniciativa en las conversaciones en determinados contextos -reuniones, el parlamento, juicios, debates en televisión- contextos en los cuales la conversación tiene un propósito. Pero esas mismas cualidades tienden a transformarse en debilidades en situaciones sociales, en las que hablar es simplemente el fin en si mismo.
La neuro-psiquiatra americana Louann Brizendine escribió en su libro "El Cerebro Femenino" (2006), que "conectar a través del habla activa los puntos erógenos en el cerebro de una chica. No estamos hablando de un poco de placer. Es enorme. Es el mayor subidón de domapina y oxitocina, que es la mayor, y más grande recompensa neurológica que puedes conseguir más allá del orgasmo."
De todo esto se puede concluir que, biológicamente, los hombres no son buenos en la conversación por el bien de la propia conversación. Ellos pueden, en la superficie, parecer aburridos, faltos de carisma, algo que Patsy Rodenberg discute en su libro, "Presencia: Como usar la energía positiva para el éxito en cada situación" (2007). A través de su experiencia como entrenador vocal Nacional Theatre y en otros lugares, Rodenberg ha desarrollado una teoría que dice que una persona puede estar dentro de cualquiera de los "tres círculos" de energía en relación a otra gente. En el primer círculo, estás enfocado hacia el interior, en el tercero, distribuyes energía hacia el exterior. Sólo en el segundo círculo das y recibes energía en igual medida. Concentrándonos en este punto medio, concluye, todas tus relaciones mejorarán.
Tales teorías también explican lo diferentes que pueden ser las relaciones con los hombres con los que trabajas, con los que las bromas y los intereses se comparten. Lo que no explican es el sentimiento general, al menos entre las mujeres de una cierta edad, de que los hombres se han vuelto más aburridos, más egocéntricos que aquellos que solían conocer. "Los hombres no nacen aburridos," cree Mueve Pollard, "terminan aburridos."
Prudence Barrat tiene razón en algo: "Los hombres de ahora no son interesantes porque no se interesan en ti. Han dejado de hacer el esfuerzo de mirar más allá de ellos mismos porque no hay en ello ningún beneficio para ellos. Quizá tenga algo que ver con la bajada de testosterona."
Jane Finnigan, de 40, se ha mudado recientemente a Ginebra, donde dice encontrar hombres menos aburridos que los que dejó en Inglaterra. En general, a pesar de esto, encuentra que los hombres son más aburridos que cuando era joven. "A los 20, te haces amigos hombres y mujeres por sus propios méritos -los conoces a través del trabajo o lo que sea. Seleccionas a los hombres que ves socialmente. A medida que te haces mayor, las mujeres tienden en su mayoría a conocer a otras mujeres. Haces conexiones a través de los niños, del colegio… y generalmente, afrontémoslo, la vida social es organizada por estas mujeres y los hombres se dejan llevar."
"Parece haber un emparejamiento primitivo genuino," continúa, "entre mujeres vivaces y habladoras y los hombres que son todo lo contrario. Mujeres brillantes llenas de vida tienden a terminar con hombres que no están llenos de vida. La mayoría de los maridos de mis amigas son aburridísimos. Y mi marido está de acuerdo conmigo."
Es una teoría que Paula Hall, una asesora de Relate con base en Warwickshire, no lo descarta. "El introvertido se siente atraído por el extrovertido. El introvertido se cansa bastante de la estimulación externa, pero el extrovertido la necesita, es lo que le anima. Es un pensamiento interesante." Hall a veces escucha quejas de las mujeres sobre que los hombres "simplemente están ahí."
Sus pensamientos están divididos. "Depende de tu trabajo, pero los hombres con éxito, así como las mujeres, trabajan muchas horas. Socialmente quieren relajarse. Escuchar la conversación de otra gente está bien, pero implicarte activamente, explorar y descubrir cosas se parece a trabajar. Las personalidades varían muchísimo. Algunas personas no están interesadas en la gente. Es esto por lo que deciden ser contables. Si tu cerebro ha estado activo todo el día y trabajas en un puesto de directivo y tienes que leer a la gente, utilizando habilidades emocionales todo el día, no quieres hacer lo mismo por la noche."
El pensamiento le lleva a una sencilla sugerencia. "Las parejas necesitan ver porqué están saliendo. Si los maridos simplemente están ahí, ¿por qué no dejarles en casa cuidando de los niños?".
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Más allá de los factores biológicos y sociales, hay otros ambientales. Jock Encombe, un psicólogo de empresa y activo psicoterapeuta en Edimburgo, apunta al espíritu de la edad. "Primero," mantiene, "la vida es más aburrida que lo que era. Es la visión J.G.Ballard, el mundo es más homogéneo. La vida moderna se caracteriza por el aburrimiento y la ansiedad, particularmente en el mundo de los negocios. ¿Es justo apuntar con el dedo al hombre profesional?
"Los hombres de 40 y 50 que ahora están a cargo de corporaciones, trabajan muy muy duro, ven a sus familias, van al gimnasio. Tienen menos tiempo para desarrollar su interior. Se ha hecho notar en los últimos 15 años. Un estrecho camino hacia menos y menos conversación."
"En Segundo lugar, una de las claves que hace a la gente más aburrida es el egocentrismo. Puede tomar dos formas. Egocentrismo negativo -"soy inútil", ser aburrido se puede unir a la depresión, con la clásica crisis de la mediana edad- o el otro tipo "me encanto". Estos son iguales, ambos significan que estás imbuido en tus propios asuntos y ver a otra gente como meras extensiones de las necesidades de tu ego."
¿Se ha vuelto la gente más egocéntrica? "El estudio sugiere que si. Pero ¿son los hombres más culpables que las mujeres? Los hombres son más extremos -tienes más posibilidades de ver más Premios Nobel masculinos y más hombres borrachos en la calle, más músicos brillantes y más hombres desafinados. Por lo tanto uno puede decir que hay más hombres interesantes y más hombres aburridos. Las mujeres son aburridas como la media, pero cuando los hombres son aburridos son espectacularmente aburridos."
La charla, según Carole Stone, que ha escrito libros sobre conexión de redes y es la directora general de YouGovStone, una empresa de investigación de opinión, es un arma secreta. Ella está convencida que muchos hombres no poseen el arte de la conversación social y se toma sus responsabilidades muy seriamente. "Si soy la anfitriona estoy constantemente alerta por si alguien se aburre. Lo importante es investigar sutilmente qué interesa a la gente, descubrir qué les gusta antes de ir al evento, y ponérselo fácil." Sigue sondeando, dice, y verás que hay pocas ocasiones en las que tu acompañante no estará entretenido. "Yo también diría que no te preocuparas si te hacen un desaire. Sólo me he sentado en una ocasión cerca de un hombre que no me hablaba. Le dije, 'estás siendo extremadamente maleducado. Si quieres cambiar de sitio, yo también.' Se mostró consternado. Me dijo 'lo siento, tengo una preocupación encima.' Y después de esto todo estaba bien.
"Espero que esto cambie pero los hombres tienden más que las mujeres a estar en el mejor trabajo, en una posición de poder o influencia, de ser responsables, y esto es interesante. Tiendo a pensar que son los hombres los que se llevan el trato.
"Para ser sinceros," añade, consternada por las circunstancias, "yo a menudo siento pena por mi marido."

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