Un estudio realizado por la Universidad de Leeds, en Inglaterra, ha descubierto que, cuando se trata de ser conducidos, incluso engañados, los humanos no somos más sofisticados que las hormigas o los peces. Han llegado a la conclusión de que la mayor parte de nosotros seguimos felizmente al primero que se presenta en una situación de dificultad, incluso cuando el líder elegido no sabe dónde va y nos lleva por la vía más dudosa.
Mucho más sorprendente es saber que incluso cuando nos muestran una vía más rápida y clara, preferimos continuar en la primera, aunque ésta sea más larga y confusa, y haremos lo posible para que el resto del grupo también lo haga. Un descubrimiento con implicaciones letales cuando se trata de evacuar un edificio o una nave en una emergencia.
“Resultados paralelos se han encontrado en la experiencia con hormigas y peces, y muestran que en el comportamiento humano subyacen tendencias similares”, ha comentado el Dr. Simon Reader de la Universidad de Utrecht, cuyos informes aparecen en el periódico Biology Letters:
“Los animales pueden elegir nuevas rutas siguiendo a individuos que demuestran conocimiento de las mismas”. Dichas preferencias pueden estabilizarse y mantenerse a través de múltiples episodios de transmisión, algunas veces formando “tradiciones” de por vida.
“En los humanos, la preferencia por rutas o caminos ya conocidos frente a los nuevos ha sido descrita en varios contextos. Sea como sea, hasta ahora no se había demostrado experimentalmente el aprendizaje social y la preferencia a la hora de elegir las rutas en los humanos. Aquí demostramos que el aprendizaje social y la ‘tradición’ influencian la elección.”
En los experimentos se les dijo a 72 personas, 40 mujeres y 32 hombres, que completaran cuestionarios en una habitación, y después serían llevados a otra habitación donde tendría lugar un experimento.
“Los condujimos a la segunda habitación a través de uno de los dos caminos posibles, mientras hablábamos de otras cosas, y después les pedimos que volvieran a la habitación del principio”, contaba el Dr Reader.
“Todos, menos uno, tomaron la ruta por la que habían sido conducidos originalmente. Nos sorprendió la efectividad de esta tendencia que conocíamos teóricamente, ya que la ruta alternativa era muchísimo más corta” dijo.
Prefirieron la ruta larga a pesar de que la ruta corta había sido mostrada por el encargado del experimento, incluso sabiendo que el conductor del experimento había tomado la ruta larga “sólo para colocar un cuadro que se estaba cayendo”.
-¿Por qué tomó usted la ruta larga si conocía la corta?
-Porque la persona que iba delante de mí lo hizo.
Nunca se tomó la vía alternativa porque, uno a uno, siguieron la que ya tenían enfrente, y a la cual habían sido conducidos.
Mucho más sorprendente es saber que incluso cuando nos muestran una vía más rápida y clara, preferimos continuar en la primera, aunque ésta sea más larga y confusa, y haremos lo posible para que el resto del grupo también lo haga. Un descubrimiento con implicaciones letales cuando se trata de evacuar un edificio o una nave en una emergencia.
“Resultados paralelos se han encontrado en la experiencia con hormigas y peces, y muestran que en el comportamiento humano subyacen tendencias similares”, ha comentado el Dr. Simon Reader de la Universidad de Utrecht, cuyos informes aparecen en el periódico Biology Letters:
“Los animales pueden elegir nuevas rutas siguiendo a individuos que demuestran conocimiento de las mismas”. Dichas preferencias pueden estabilizarse y mantenerse a través de múltiples episodios de transmisión, algunas veces formando “tradiciones” de por vida.
“En los humanos, la preferencia por rutas o caminos ya conocidos frente a los nuevos ha sido descrita en varios contextos. Sea como sea, hasta ahora no se había demostrado experimentalmente el aprendizaje social y la preferencia a la hora de elegir las rutas en los humanos. Aquí demostramos que el aprendizaje social y la ‘tradición’ influencian la elección.”
En los experimentos se les dijo a 72 personas, 40 mujeres y 32 hombres, que completaran cuestionarios en una habitación, y después serían llevados a otra habitación donde tendría lugar un experimento.
“Los condujimos a la segunda habitación a través de uno de los dos caminos posibles, mientras hablábamos de otras cosas, y después les pedimos que volvieran a la habitación del principio”, contaba el Dr Reader.
“Todos, menos uno, tomaron la ruta por la que habían sido conducidos originalmente. Nos sorprendió la efectividad de esta tendencia que conocíamos teóricamente, ya que la ruta alternativa era muchísimo más corta” dijo.
Prefirieron la ruta larga a pesar de que la ruta corta había sido mostrada por el encargado del experimento, incluso sabiendo que el conductor del experimento había tomado la ruta larga “sólo para colocar un cuadro que se estaba cayendo”.
-¿Por qué tomó usted la ruta larga si conocía la corta?
-Porque la persona que iba delante de mí lo hizo.
Nunca se tomó la vía alternativa porque, uno a uno, siguieron la que ya tenían enfrente, y a la cual habían sido conducidos.
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