Como si fuese una reivindicación de ultratumba, una organización que estudia fenómenos paranormales ha pedido al Parlamento de Escocia el perdón póstumo para Helen Duncan, la última mujer condenada por brujería en el Reino Unido.
"Investigaciones de la Luna Llena", como se llama la citada organización, ha entregado esta semana al Parlamento escocés una petición rubricada por más de doscientas personas para limpiar la reputación de Duncan, considerada la "última bruja" de este país.La súplica insta a la Cámara a urgir a la ministra británica del Interior, Jacqui Smith, a perdonar a la médium, después de que su predecesor rehusara mostrar clemencia.El indulto "retiraría el estigma" a Duncan y a sus descendientes, comentó Roberta Gordon, espiritista desde hace casi treinta años, quien ha entregado la solicitud a Frank McAveety, coordinador de la Comisión de Peticiones Públicas del Parlamento de Edimburgo.Nacida en 1897 en el seno de una familia humilde en el pueblecito escocés de Callander, la señora Duncan -ama de casa, madre de seis hijos y esposa de un veterano de guerra- se topó con la Justicia en el curso de la II Guerra Mundial (1939-1945).Durante el conflicto, Helen visitó la ciudad costera de Portsmouth (sur inglés), donde angustiados familiares de marineros muertos o desaparecidos en combate acudían a sus sesiones de espiritismo con esperanza de escuchar la voz de sus seres queridos.En una sesión, la señora Duncan, que cobraba 25 chelines -un buen "pellizco" en aquella época- por cabeza, aseguró haber establecido contacto con un marinero del HMS Barham, un barco de guerra británico hundido en 1941 por torpedos alemanes en el Mediterráneo, pero del que en aquel momento se desconocía su suerte.El buque se había ido a pique en cuestión de minutos y habían muerto sus 861 tripulantes, si bien el Almirantazgo no había informado del siniestro para mantener alta la moral de la tropa.Pero pocos días después de la tragedia, Helen ya decía haber entablado comunicación con un marino fallecido en el ataque, quien le confesaba: "Mi barco ha naufragado".La revelación hizo creer a los más escépticos que la médium realmente tenía poderes paranormales, aunque las autoridades no adoptaron medidas hasta enero de 1944, cuando la señora Duncan regresó a Portsmouth.El Gobierno británico era entonces un manojo de nervios, porque se preparaba el crucial desembarco aliado en Normandía (Francia), el llamado "Día-D", que a la postre conduciría a la derrota nazi.Cundió, pues, el pánico entre los estrategas británicos y Helen Duncan fue detenida en una de sus sesiones de espiritismo, por temor a que fuera capaz de desvelar detalles sobre el "Día-D".Tras un juicio de siete días en el que testificaron 44 testigos, la pitonisa fue condenada a nueve meses de prisión en aplicación de la Ley de Brujería de 1735, que fue derogada en 1951 por la introducción de la nueva Ley de Médiums Fraudulentos.Pese a que el entonces primer ministros, Winston Churchill (1874-1965), tildó el proceso de "estupidez obsoleta", Helen fue ingresada en la cárcel londinense de Holloway, no sin antes gritar: "¡Nunca he oído tantas mentiras en mi vida!"."Creo que en aquella época el país estaba paranoico con la seguridad, teniendo en cuenta que se fraguaba el Día-D. Las pruebas utilizadas contra ella fueron incorrectas", subrayó Roberta Gordon.Gordon entregó al Parlamento escocés una segunda petición que también reclama el perdón póstumo para las 4.000 personas convictas en Escocia -el 85 por ciento fueron mujeres- en aplicación de las leyes de brujería promulgadas en este país.Por su parte, Helen Duncan emergió de la cárcel como una nueva mujer, con la promesa de no celebrar nunca más una sesión de espiritismo, aunque se desdijo en 1956, cuando volvió a invocar a los muertos en Nottingham (centro de Inglaterra).Aunque se había derogado la Ley de Brujería, la Policía volvió a detener la "última bruja", que ya no se recuperó del sobresalto e ingresó en un hospital, donde murió o, como gusta decir a sus admiradores, "se convirtió en espíritu" el 6 de diciembre de 1956.
"Investigaciones de la Luna Llena", como se llama la citada organización, ha entregado esta semana al Parlamento escocés una petición rubricada por más de doscientas personas para limpiar la reputación de Duncan, considerada la "última bruja" de este país.La súplica insta a la Cámara a urgir a la ministra británica del Interior, Jacqui Smith, a perdonar a la médium, después de que su predecesor rehusara mostrar clemencia.El indulto "retiraría el estigma" a Duncan y a sus descendientes, comentó Roberta Gordon, espiritista desde hace casi treinta años, quien ha entregado la solicitud a Frank McAveety, coordinador de la Comisión de Peticiones Públicas del Parlamento de Edimburgo.Nacida en 1897 en el seno de una familia humilde en el pueblecito escocés de Callander, la señora Duncan -ama de casa, madre de seis hijos y esposa de un veterano de guerra- se topó con la Justicia en el curso de la II Guerra Mundial (1939-1945).Durante el conflicto, Helen visitó la ciudad costera de Portsmouth (sur inglés), donde angustiados familiares de marineros muertos o desaparecidos en combate acudían a sus sesiones de espiritismo con esperanza de escuchar la voz de sus seres queridos.En una sesión, la señora Duncan, que cobraba 25 chelines -un buen "pellizco" en aquella época- por cabeza, aseguró haber establecido contacto con un marinero del HMS Barham, un barco de guerra británico hundido en 1941 por torpedos alemanes en el Mediterráneo, pero del que en aquel momento se desconocía su suerte.El buque se había ido a pique en cuestión de minutos y habían muerto sus 861 tripulantes, si bien el Almirantazgo no había informado del siniestro para mantener alta la moral de la tropa.Pero pocos días después de la tragedia, Helen ya decía haber entablado comunicación con un marino fallecido en el ataque, quien le confesaba: "Mi barco ha naufragado".La revelación hizo creer a los más escépticos que la médium realmente tenía poderes paranormales, aunque las autoridades no adoptaron medidas hasta enero de 1944, cuando la señora Duncan regresó a Portsmouth.El Gobierno británico era entonces un manojo de nervios, porque se preparaba el crucial desembarco aliado en Normandía (Francia), el llamado "Día-D", que a la postre conduciría a la derrota nazi.Cundió, pues, el pánico entre los estrategas británicos y Helen Duncan fue detenida en una de sus sesiones de espiritismo, por temor a que fuera capaz de desvelar detalles sobre el "Día-D".Tras un juicio de siete días en el que testificaron 44 testigos, la pitonisa fue condenada a nueve meses de prisión en aplicación de la Ley de Brujería de 1735, que fue derogada en 1951 por la introducción de la nueva Ley de Médiums Fraudulentos.Pese a que el entonces primer ministros, Winston Churchill (1874-1965), tildó el proceso de "estupidez obsoleta", Helen fue ingresada en la cárcel londinense de Holloway, no sin antes gritar: "¡Nunca he oído tantas mentiras en mi vida!"."Creo que en aquella época el país estaba paranoico con la seguridad, teniendo en cuenta que se fraguaba el Día-D. Las pruebas utilizadas contra ella fueron incorrectas", subrayó Roberta Gordon.Gordon entregó al Parlamento escocés una segunda petición que también reclama el perdón póstumo para las 4.000 personas convictas en Escocia -el 85 por ciento fueron mujeres- en aplicación de las leyes de brujería promulgadas en este país.Por su parte, Helen Duncan emergió de la cárcel como una nueva mujer, con la promesa de no celebrar nunca más una sesión de espiritismo, aunque se desdijo en 1956, cuando volvió a invocar a los muertos en Nottingham (centro de Inglaterra).Aunque se había derogado la Ley de Brujería, la Policía volvió a detener la "última bruja", que ya no se recuperó del sobresalto e ingresó en un hospital, donde murió o, como gusta decir a sus admiradores, "se convirtió en espíritu" el 6 de diciembre de 1956.
No hay comentarios:
Publicar un comentario