El científico y divulgador Paul Davies ha publicado un artículo en The New York Times en el que critica la incapacidad de la ciencia de explicar el por qué del origen del universo físico. Las leyes de la física son tan incuestionables para los científicos como lo es Dios para los cristianos, afirma, pero hasta ahora nadie se ha preguntado de dónde vienen esas leyes ni por qué son como son. Ciencia y religión están basadas por tanto en la fe, afirma, y eso impide conocer el por qué del mundo físico. Davies propone que, para alcanzar una respuesta más profunda, se deben entender las leyes de la física y el universo que éstas gobiernan como parte de una parcela de un sistema unitario, e incorporarlo todo junto dentro de un esquema explicativo común. Por Olga Castro-Perea.
Se dice que la ciencia es la forma más fiable de conocimiento porque está basada en hipótesis comprobables, mientras que la religión está basada en la fe, que dentro del contexto religioso se entiende como una virtud, explica el autor Paul Davies en un artículo publicado en The New York Times. Davies es un reputado físico, escritor y locutor británico que actualmente dirige el Centro Beyond for Fundamental Concepts in Science, de la Universidad del Estado de Arizona, y que a lo largo de los años ha publicado una veintena de libros de divulgación científica, como “Dios y la nueva física " (1984), en el que se analizaba el rol de la religión en la sociedad, entre otros temas. En el artículo publicado por el New York Times, Davies analiza la evidente separación conceptual entre ciencia y religión, así como la razón por la que la ciencia está desembocando en las mismas preguntas que la religión intenta contestar. Realmente, la ciencia tiene su fe, afirma Davies: ningún científico podría serlo si no creyera de antemano que su objeto de estudio –el universo en cualquiera de sus niveles- no responde a un elegante orden matemático. Esta fe, señala, hasta la fecha ha estado justificada por los resultados de los análisis. Preguntas más profundasLa expresión más refinada, asegura, de una inteligibilidad racional en el cosmos puede encontrarse en las leyes de la física, que son las reglas fundamentales con las que funciona la Naturaleza. Existe, sin embargo, una pregunta más profunda: ¿de dónde proceden dichas leyes? Y ¿por qué son como son? Según Davies, los físicos se han dedicado a describir fenómenos como el electromagnetismo o la gravedad sin tratar de indagar en su origen. Se daba por hecho que existían y que, para ser científico, se debía tener fe en que el universo está gobernado por leyes matemáticas inmutables, absolutas y universales, aunque sin un origen específico. A lo largo de los años, Davies asegura haber preguntado a sus colegas físicos por qué las leyes de la física son las que son, a lo que ellos le han contestado que ésa no es una cuestión científica y que “no existe una razón por la que son lo que son, simplemente son”, respuesta que a Davies le parece profundamente anti-racional. El físico se cuestiona por tanto si el poderoso edificio del orden de la física con el que percibimos el mundo, puede estar en último extremo basado en un absurdo injustificado. Y, si lo estuviera, añade, ¿es que la Naturaleza es capaz de convertir el sin sentido y la absurdidad en un ingenioso orden? Cambio en la mentalidad científicaSegún Davies, actualmente las inclinaciones científicas están cambiando considerablemente, y el cuestionamiento sobre el origen de las leyes que rigen la Naturaleza comienza a cobrar interés. Parte del aumento de este interés es el hecho de que cada vez se acepta más que la emergencia de la vida en el universo depende sensiblemente de la forma de esas mismas leyes. Otra razón es que se está llegando a la comprensión de que las leyes de la física, que durante largo tiempo han parecido universales y absolutas, no son tan fundamentales como se creía, sino que funcionan más bien contextualmente: pueden variar a una escala mega cósmica. Según explica Davies, la visión desde la perspectiva de Dios revelaría una vasta extensión de universos, cada uno de ellos con su particular conjunto de leyes físicas. Viviríamos por tanto en un “multiverso”, en el que la vida aparecería sólo en aquellos puntos en los que las leyes físicas le fueran favorables. La teoría del mutiverso es cada vez más popular, pero tampoco resuelve la cuestión de la que venimos hablando: el origen de las leyes físicas. Ciencia y religión están fundadas en la feClaramente, por tanto, señala Davies, tanto la religión como la ciencia están fundadas en la fe, particularmente, en la creencia de que existe algo “fuera” del universo –ya sea Dios o un conjunto de leyes físicas de origen inexplicable- que lo ordena. Pero ambas interpretaciones de la realidad fallan, según Davies, al intentar proporcionar una explicación completa del origen de la existencia física. Esta carencia compartida no es una sorpresa, dado que la propia noción de la ley física es teológica en primera instancia, hecho que hace que muchos científicos se retuerzan. Isaac Newton fue el primero que tomó la idea de un conjunto de leyes inmutables de la doctrina cristiana, que defiende que Dios creó el mundo y lo ordenó de manera racional. Los cristianos conciben a Dios como fundamento del orden natural, procedente de más allá del universo, y los físicos imaginan sus leyes habitando un reino abstracto trascendente en el que existen relaciones matemáticas perfectas. Los cristianos asimismo creen que el mundo depende de Dios para su existencia, mientras los físicos declaran que el universo está gobernado por leyes eternas, a las que nada afecta lo que suceda en el universo. Buscar un por qué en las propias leyes de la físicaEn opinión de Davies no habrá esperanza de poder explicar por qué el universo físico es como es mientras nos centremos en leyes inmutables o en la imposición de la divina providencia. La alternativa que el físico propone es entender las leyes de la física y el universo que éstas gobiernan como parte de una parcela de un sistema unitario, e incorporarlo todo junto dentro de un esquema explicativo común. En otras palabras, afirma, las propias leyes podrían aportar la explicación desde el interior del universo, sin necesidad de apelar a un agente externo de creación. Los detalles específicos de esta explicación serán materia de investigación del futuro. Pero, termina el físico, hasta que la ciencia no consiga una teoría comprobable de las propias leyes del universo, afirmar que la propia ciencia es una forma de conocimiento ajena a la fe es una falsedad evidente
Se dice que la ciencia es la forma más fiable de conocimiento porque está basada en hipótesis comprobables, mientras que la religión está basada en la fe, que dentro del contexto religioso se entiende como una virtud, explica el autor Paul Davies en un artículo publicado en The New York Times. Davies es un reputado físico, escritor y locutor británico que actualmente dirige el Centro Beyond for Fundamental Concepts in Science, de la Universidad del Estado de Arizona, y que a lo largo de los años ha publicado una veintena de libros de divulgación científica, como “Dios y la nueva física " (1984), en el que se analizaba el rol de la religión en la sociedad, entre otros temas. En el artículo publicado por el New York Times, Davies analiza la evidente separación conceptual entre ciencia y religión, así como la razón por la que la ciencia está desembocando en las mismas preguntas que la religión intenta contestar. Realmente, la ciencia tiene su fe, afirma Davies: ningún científico podría serlo si no creyera de antemano que su objeto de estudio –el universo en cualquiera de sus niveles- no responde a un elegante orden matemático. Esta fe, señala, hasta la fecha ha estado justificada por los resultados de los análisis. Preguntas más profundasLa expresión más refinada, asegura, de una inteligibilidad racional en el cosmos puede encontrarse en las leyes de la física, que son las reglas fundamentales con las que funciona la Naturaleza. Existe, sin embargo, una pregunta más profunda: ¿de dónde proceden dichas leyes? Y ¿por qué son como son? Según Davies, los físicos se han dedicado a describir fenómenos como el electromagnetismo o la gravedad sin tratar de indagar en su origen. Se daba por hecho que existían y que, para ser científico, se debía tener fe en que el universo está gobernado por leyes matemáticas inmutables, absolutas y universales, aunque sin un origen específico. A lo largo de los años, Davies asegura haber preguntado a sus colegas físicos por qué las leyes de la física son las que son, a lo que ellos le han contestado que ésa no es una cuestión científica y que “no existe una razón por la que son lo que son, simplemente son”, respuesta que a Davies le parece profundamente anti-racional. El físico se cuestiona por tanto si el poderoso edificio del orden de la física con el que percibimos el mundo, puede estar en último extremo basado en un absurdo injustificado. Y, si lo estuviera, añade, ¿es que la Naturaleza es capaz de convertir el sin sentido y la absurdidad en un ingenioso orden? Cambio en la mentalidad científicaSegún Davies, actualmente las inclinaciones científicas están cambiando considerablemente, y el cuestionamiento sobre el origen de las leyes que rigen la Naturaleza comienza a cobrar interés. Parte del aumento de este interés es el hecho de que cada vez se acepta más que la emergencia de la vida en el universo depende sensiblemente de la forma de esas mismas leyes. Otra razón es que se está llegando a la comprensión de que las leyes de la física, que durante largo tiempo han parecido universales y absolutas, no son tan fundamentales como se creía, sino que funcionan más bien contextualmente: pueden variar a una escala mega cósmica. Según explica Davies, la visión desde la perspectiva de Dios revelaría una vasta extensión de universos, cada uno de ellos con su particular conjunto de leyes físicas. Viviríamos por tanto en un “multiverso”, en el que la vida aparecería sólo en aquellos puntos en los que las leyes físicas le fueran favorables. La teoría del mutiverso es cada vez más popular, pero tampoco resuelve la cuestión de la que venimos hablando: el origen de las leyes físicas. Ciencia y religión están fundadas en la feClaramente, por tanto, señala Davies, tanto la religión como la ciencia están fundadas en la fe, particularmente, en la creencia de que existe algo “fuera” del universo –ya sea Dios o un conjunto de leyes físicas de origen inexplicable- que lo ordena. Pero ambas interpretaciones de la realidad fallan, según Davies, al intentar proporcionar una explicación completa del origen de la existencia física. Esta carencia compartida no es una sorpresa, dado que la propia noción de la ley física es teológica en primera instancia, hecho que hace que muchos científicos se retuerzan. Isaac Newton fue el primero que tomó la idea de un conjunto de leyes inmutables de la doctrina cristiana, que defiende que Dios creó el mundo y lo ordenó de manera racional. Los cristianos conciben a Dios como fundamento del orden natural, procedente de más allá del universo, y los físicos imaginan sus leyes habitando un reino abstracto trascendente en el que existen relaciones matemáticas perfectas. Los cristianos asimismo creen que el mundo depende de Dios para su existencia, mientras los físicos declaran que el universo está gobernado por leyes eternas, a las que nada afecta lo que suceda en el universo. Buscar un por qué en las propias leyes de la físicaEn opinión de Davies no habrá esperanza de poder explicar por qué el universo físico es como es mientras nos centremos en leyes inmutables o en la imposición de la divina providencia. La alternativa que el físico propone es entender las leyes de la física y el universo que éstas gobiernan como parte de una parcela de un sistema unitario, e incorporarlo todo junto dentro de un esquema explicativo común. En otras palabras, afirma, las propias leyes podrían aportar la explicación desde el interior del universo, sin necesidad de apelar a un agente externo de creación. Los detalles específicos de esta explicación serán materia de investigación del futuro. Pero, termina el físico, hasta que la ciencia no consiga una teoría comprobable de las propias leyes del universo, afirmar que la propia ciencia es una forma de conocimiento ajena a la fe es una falsedad evidente
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