viernes, diciembre 21, 2007

La enfermedad de perder a un ser querido


"Primero falleció él; ella intentó durante un tiempo vivir sin él; como no pudo, murió”. La profesora de Psicología de la Universidad de Utrecht, Margaret Stroebe, quedó impactada por estos versos del poeta Lord Henry Wooton al inicio de su carrera profesional. Según explica a Público, fueron esas palabras las que le llevaron a estudiar si había alguna evidencia científica para esta creencia popular.
El fruto de su interés es un estudio que, publicado recientemente en The Lancet, concluye que la pérdida de un ser querido puede provocar mucho más que pena.
El duelo implica, para algunas personas, problemas tangibles en su salud, tanto la física como la mental. Los investigadores dirigidos por Stroebe analizaron los factores de riesgo para que el duelo afecte a la salud y concluyeron que la intervención psicológica es necesaria en las personas que los cumplan.
Según el trabajo, las muertes repentinas afectan más a las personas vulnerables, por ejemplo, a las que tienen baja la autoestima. El lugar donde se produce la pérdida también influye, y se lleva mejor cuando el ser querido muere en un hospital o residencia.
La edad del fallecido influye en la reacción y, cuando éste es un niño, es más común que se resienta la salud de los que se quedan. Esa muerte, la infantil, pasa más factura a las madres que a los padres.
Sin embargo, la raza o el dinero no sirven para predecir si la persona que sobrevive requerirá ayuda, aunque sí influyan en cómo se vive la pérdida. Los autores comentan, por ejemplo, que mientras que los musulmanes egipcios son dados a expresar mucho su dolor, los de la misma religión en Bali tienden a evitar cualquier manifestación de pena como el llanto.
En este sentido, Stroebe explica que el mensaje fundamental del estudio es que no todos los que están atravesando un duelo necesitan ayuda.
Problemas médicos
Además de los efectos psicológicos, el trabajo de The Lancet desvela que la muerte de alguien querido puede influir en la salud física del que se queda provocando problemas cognitivos, nutricionales y del sistema inmunológico. Estos últimos hacen al superviviente más susceptible a la enfermedad y pueden, incluso, provocar la muerte.
En opinión del profesor de Psicopatología de la Universidad de Comillas Alejandro Rocamora, hay que tener en cuenta que el duelo “es un proceso normal”. A Rocamora no le sorprenden los resultados del estudio y coincide con sus autores en que las muertes repentinas y las de los niños pequeños son más proclives a causar problemas médicos y psicológicos para los supervivientes.
Se tengan o no problemas de salud asociados, lo que está claro es que hay épocas en las que la pérdida se lleva peor. Según Rocamora, la navidad “es un momento que reactiva el duelo”, así como el día de Todos los santos o los aniversarios.

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