Los novísimos ("muerte, juicio, infierno y gloria / ten cristiano en tu memoria") ya no son lo que eran. Han dejado de ser 'lugares', para convertirse en 'situaciones', en un cambio gradual y progresivo. Desde los catecismos del postconcilio hasta el último, recién publicado por la Conferencia Episcopal. Porque, según dicen los obispos, hay que adaptar la doctrina "al aquí y ahora de nuestro tiempo".
El Catecismo de la doctrina cristiana, editado por la Conferencia Episcopal en 1970, abordaba así las últimas verdades de la fe. "¿Qué es el infierno? –El infierno es el lugar donde los malos, apartados de Dios, sufren penas eternas".
En cambio, el nuevo catecismo del Episcopado, 'Jesús es el Señor', presentado el lunes, plantea así el tema: "¿Qué es el infierno? –El infierno es el sufrimiento de los hombres que, después de la muerte, están separados de Dios para siempre".
Y lo mismo sucede con el cielo o con el purgatorio. Y por supuesto, el limbo de los justos ha desaparecido. A los cambios de contenido hay que añadir las no menos significativas renovaciones de diseño y presentación. El nuevo catecismo presenta un diseño cuidado y moderno, con muchas imágenes y con sus unidades temáticas perfectamente enmarcadas. Todo ello girando en torno al Credo.
'Expresar por escrito la sinfonía de la fe'
Porque, como señalaba en la presentación el obispo de Tortosa, Xavier Salinas, presidente de la subcomisión episcopal de Catequesis, "aunque hablar de Catecismo suene quizás a un término de otro tiempo, se trata de expresar por escrito la sinfonía de la fe, en un texto sencillo que propone la sustancia del Evangelio".
El obispo de Tortosa, monseñor Salinas, dijo que en la España de Zapatero "la Iglesia tiene una gran libertad para transmitir su doctrina"
El catecismo va dirigido a los niños de entre siete y 10 años, fundamentalmente con objeto de prepararse para la primera comunión. Un mercado asegurado, porque el número de niños que la hacen es de 260.000 al año. De hecho, la editorial de la Conferencia Episcopal ya ha vendido los 5.000 ejemplares de la primera edición y prepara 95.000 para la segunda. Y eso que su introducción en las diócesis será gradual.
Monseñor Salinas asegura que el número de niños que comulga crece, pero también reconoce que, a veces, "se cae en la exuberancia y en la exageración a la hora de celebrar las primeras comuniones, que casi se convierten en bodas". El prelado catalán confiesa, asimismo, que "hay un problema de transmisión de la fe". Los padres la transmiten menos, pero "han tomado el relevo los abuelos" en esa tarea de acompañar a los nietos en sus primeros pasos en la Iglesia.
Siempre realista, monseñor Salinas, advierte que la transmisión de la fe "nunca ha sido un paseo triunfal".
Y, aunque asegura que "hoy, más que nunca, las dificultades están ahí", reconoce que, en la España de Zapatero, "la Iglesia tiene una gran libertad para transmitir la fe".
Y eso es lo único que pide y espera la Iglesia, porque considera que la transmisión de la fe es alimento para el alma y para el cuerpo. "La catequesis contribuye a la construcción de buenos ciudadanos solidarios, próximos, preocupados por los demás y con esperanza para afrontar las dificultades", dice el prelado catalán. Es la aportación social de la religión.
Y por eso la fe es "un hecho que no se puede ocultar". Porque, como explica el obispo de Tortosa, "los cristianos tienen vocación de visibilidad y de presencia pública". Porque "la fe es una propuesta, siempre respetuosa, pero con vocación de presencia". Por algo dice el Evangelio que la "luz no es para esconderla bajo el celemín".
El Catecismo de la doctrina cristiana, editado por la Conferencia Episcopal en 1970, abordaba así las últimas verdades de la fe. "¿Qué es el infierno? –El infierno es el lugar donde los malos, apartados de Dios, sufren penas eternas".
En cambio, el nuevo catecismo del Episcopado, 'Jesús es el Señor', presentado el lunes, plantea así el tema: "¿Qué es el infierno? –El infierno es el sufrimiento de los hombres que, después de la muerte, están separados de Dios para siempre".
Y lo mismo sucede con el cielo o con el purgatorio. Y por supuesto, el limbo de los justos ha desaparecido. A los cambios de contenido hay que añadir las no menos significativas renovaciones de diseño y presentación. El nuevo catecismo presenta un diseño cuidado y moderno, con muchas imágenes y con sus unidades temáticas perfectamente enmarcadas. Todo ello girando en torno al Credo.
'Expresar por escrito la sinfonía de la fe'
Porque, como señalaba en la presentación el obispo de Tortosa, Xavier Salinas, presidente de la subcomisión episcopal de Catequesis, "aunque hablar de Catecismo suene quizás a un término de otro tiempo, se trata de expresar por escrito la sinfonía de la fe, en un texto sencillo que propone la sustancia del Evangelio".
El obispo de Tortosa, monseñor Salinas, dijo que en la España de Zapatero "la Iglesia tiene una gran libertad para transmitir su doctrina"
El catecismo va dirigido a los niños de entre siete y 10 años, fundamentalmente con objeto de prepararse para la primera comunión. Un mercado asegurado, porque el número de niños que la hacen es de 260.000 al año. De hecho, la editorial de la Conferencia Episcopal ya ha vendido los 5.000 ejemplares de la primera edición y prepara 95.000 para la segunda. Y eso que su introducción en las diócesis será gradual.
Monseñor Salinas asegura que el número de niños que comulga crece, pero también reconoce que, a veces, "se cae en la exuberancia y en la exageración a la hora de celebrar las primeras comuniones, que casi se convierten en bodas". El prelado catalán confiesa, asimismo, que "hay un problema de transmisión de la fe". Los padres la transmiten menos, pero "han tomado el relevo los abuelos" en esa tarea de acompañar a los nietos en sus primeros pasos en la Iglesia.
Siempre realista, monseñor Salinas, advierte que la transmisión de la fe "nunca ha sido un paseo triunfal".
Y, aunque asegura que "hoy, más que nunca, las dificultades están ahí", reconoce que, en la España de Zapatero, "la Iglesia tiene una gran libertad para transmitir la fe".
Y eso es lo único que pide y espera la Iglesia, porque considera que la transmisión de la fe es alimento para el alma y para el cuerpo. "La catequesis contribuye a la construcción de buenos ciudadanos solidarios, próximos, preocupados por los demás y con esperanza para afrontar las dificultades", dice el prelado catalán. Es la aportación social de la religión.
Y por eso la fe es "un hecho que no se puede ocultar". Porque, como explica el obispo de Tortosa, "los cristianos tienen vocación de visibilidad y de presencia pública". Porque "la fe es una propuesta, siempre respetuosa, pero con vocación de presencia". Por algo dice el Evangelio que la "luz no es para esconderla bajo el celemín".
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