martes, septiembre 11, 2007

sexo, violencia, censura




Veintidós editores rechazaron el manuscrito de Dublineses de Joyce por sus pasajes “demasiado realistas” y su lenguaje “inaceptable”; el zar censuró La sonata a Kreutzer de Tolstoi por su “tema escabroso” y sus “ataques a la institución del matrimonio”; Contrapunto de Huxley fue rechazada por “tratar de relaciones sexuales extramaritales sin condenarlas”. Treinta años más tarde la garra censora cayó sobre Corre conejo de Updike. Un juez de Filadelfia se escandalizó con las Palmeras salvajes de Faulkner y Santuario produjo reacciones iracundas de los guardianes de la moral, que son personas de moral sospechosa, ya que sospechan de la moral de los demás.


El Marqués de Sade, a su vez, plantea un caso aparte. Visto en perspectiva histórica, se entiende por qué sus contemporáneos no tuvieron más remedio que meterlo en la cárcel. Al margen de los méritos literarios de su enorme obra –que los tiene–, y de la poderosa atracción que generaba su pluma, también hay que reconocer que, como provocador, Sade no tuvo igual.
Basta citar las dos novelas Justine y Juliette, publicadas en diez volúmenes. Concebidos como trabajos opuestos y complementarios, tratan la historia de dos hermanas huérfanas. Mientras Justine es la personificación de la virtud, Juliette lleva el diablo en el cuerpo. Para ella, cuanto más grande es el crimen, mayor es el placer, lo cual incluye violación, incesto, asesinato y otras perlas que no siempre trascendieron hasta las ediciones contemporáneas ya que "cuidadosos" editores, temiendo represalias, expurgaban los pasajes riesgosos para proteger la inversión. Porque uno de los procedimientos predilectos de los censores ha sido el de sacar de contexto determinados pasajes de una obra, y a partir de allí, castigar al autor, editor, o librero que hubiese participado en semejante tarea "diabólica", multándolos, enviándolos a prisión, o secuestrando la obra.


Hoy día vivimos en una sociedad que supuestamente libre y liberal, permisiva, es sin embargo la más manipuladora y censora de todas, con la excusa que no es correcto o que perjudicas a determinado sector de la población o eres racista, machista, o cosas peores.


Pues bien la violencia se encuentra en la naturaleza, en la vida, en nuestros genes, en los telediarios, incluso en los osos amorosos, con ello no quiero decir que sea algo positivo o algo que haya que alabar, al contrario es lo más negativo del ser humano, sin embargo, es algo que es una realidad, por lo tanto si mezclamos violencia con sexo, es algo que queramos o no queramos reconocerlo se dá, ya caemos en la etiqueta de la perversión o lo deleznable, así que si alguien escribe un relato sobre la violencia sexual y en la que una parte lo aximila como una parte para llegar al extasis sexual ocurren dos cosas: si la victima es una mujer hay que quemar en la hoguera al escritor, es un machista, hace apología del matrato de la mujer, es un degenerado violador, es el mayor criminal...etc, pero si la victima es un hombre, cosa misteriosa, nadie dice ni mu, es una fantasía, se lo merece por ser un cabrón, o que fuerte, y punto.


Por desgracia o por suerte según cada loco hay gente que mezclan sexo y violencia, y se excitan con ello, incluso algunos que lo denuncian. YO NO LO TERMINO POR ENTENDER EN SU TOTALIDAD, yo no veo por ejemplo excitante que una mujer atlética estrangule con las piernas a un hombre para llegar al placer, o que dar una paliza a una mujer sea excitante, sin embargo está allí, algunos los llamarán degenerados, otros enfermos, yo no soy quién para juzgarlos...la naturaleza humana es tan contradictoria.


Así que escribir mezclando violencia y sexo para mí no es motivo de censura, es más censurar esto es el mayor de los errores, porque a partir de la negación de la realidad surgen los grandes monstruos, y muchos de los males que nos toca sufrir cada día.

No hay comentarios: