MEXICO - Spencer Tunick logró el domingo la instalación de cuerpos desnudos más grande que haya hecho hasta ahora en la plaza del Zócalo de la capital mexicana, una de las más antiguas y más grandes del continente.
"¡Qué momento para la escena del arte mexicano!... ¡Fue maravilloso", dijo el artista neoyorkino en una breve conferencia de prensa tras culminar su proyecto. Más de 18.000 personas participaron del proyecto que será publicado en septiembre.
"Yo no trabajo con records. Yo sólo creo figuras y formas con los cuerpos. Es una abstracción, una actuación, una instalación, así que no me importa cuánta gente se presentó", afirmó sin otorgar espacio a preguntas.
Desde antes de las 4:00 de la mañana las principales vías de acceso al centro histórico se comenzaron a atascar de personas que en tono festivo llegaban al lugar dispuestos a dejar el pudor y desnudarse.
Sólo se podía accesar a la plaza por dos calles que durante varias horas permanecieron inundadas de personas que reían, hablaban con los medios, se apiñaban para poder entrar, llenaban sus formularios de registro a último minuto o hacían llamadas telefónicas.
"Yo creo que esto refleja la necesidad de cambio y de integración con las corrientes mundiales", manifestó Oscar Román Muñoz, ingeniero en sistemas de comunicación.
Para Tunick, "todos los ojos deben mirar al sur, desde Estados Unidos a la ciudad de México, para que vean cómo un país puede ser libre y tratar el cuerpo desnudo como arte, no como pornografía, ni como un crimen, sino con felicidad".
Dijo que Europa también debía empezar a fijarse de que "hay algo pasando en México" en términos culturales y de arte.
"Para mí, México es ahora el corazón de Latinoamérica", declaró.
Mientras las personas entraban al área designada y se acomodaban, los que esperaban cantaron "Cielito lindo" o coreaban "México, México".
Ni siquiera había salido el sol cuando la multitud escuchó las palabras de bienvenida de Tunick, así como algunas instrucciones, que incluían la prohibición de gorras, joyería telefónos celulares, cámaras, o hacer "fiestas" en la parte más alejada al fotógrafo.
El artista dio permiso para quitarse la ropa: unos obedecieron de inmediato y otros corrieron como si se tratara de un acto de liberación.
La plaza de 122 metros de ancho por 175 metros de largo, se cubrió poco a poco de manera uniforme por los miles de cuerpos que le daban un tono monocromático a la plaza.
Pasó alrededor de media hora antes de que se pudiera hacer la primera toma y eran notorios los movimientos para combatir la brisa fría que corría por el lugar.
A las 7:18 de la mañana, tras ver el lento amanecer, el fotógrafo hizo su primera toma de las personas de pie desde el balcón de un hotel a un lado de la plaza.
Minutos más tarde la gente se acostó, formando una especie de alfombra humana de la que sobresalía un hombre en silla de ruedas. Luego el gigantesco grupo se colocó en posición fetal, que le dio a la explanada una textura surreal.
La gente pidió entonces a coro "otra, otra", como si se tratara de un concierto, así que Tunick les pidió que se movieran a una de las calles que desembocan en el Zócalo para volverlos a retratar.
La disposición no parecía disminuir y Tunick pidió que le dieran la espalda, y la luz mañanera tiñó de un color especial sus espaldas. La gente colocó los brazos sobre los hombros de sus vecinos o levantó los brazos a pedidos del artista, creando distintas dinámicas visuales.
Al ver que muchos se iban marchando Tunick le pidió a las mujeres que regresaran al centro de la plaza y con ellas hizo nuevas tomas. Ese fue el momento político: casi en su totalidad las mujeres gritaron "sí al aborto", en apoyo a la reciente ley para despenalizar esa práctica que hace tan sólo unas semanas creó una gran controversia en la capital mexicana.
Muchos hombres, ya vestidos, se acercaron para ver las tomas y entonces surgió un momento de tensión en el que pareció que la situación se podía salir de control.
Fue necesario desalojarlos y era palpable la molestia de las que tuvieron que atravesar entre ellos para encontrar su ropa.
Los organizadores reconocieron que fue una situación difícil, pero "el balance es más positivo y se demostró la madurez del pueblo", señaló Gerardo Estrada, uno de los coordinadores.
Mediante un acuerdo, la catedral que está a uno de los cuatro lados de la plaza, no podría formar parte de las fotos, como tampoco la inmensa bandera que cada mañana se iza en el centro de la explanada y cuyo acto el domingo se atrasó hasta el mediodía.
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