lunes, junio 02, 2008

Aumentan las probabilidades de colisión de un asteroide con la Tierra



Científicos del Reino Unido han desarrollado un modelo matemático según el cual el sistema solar atraviesa actualmente la zona más densa de la Vía Láctea, una trayectoria que se produce cada 35-40 millones de años y que provoca un aumento en la cantidad de asteroides que se adentran en nuestro sistema solar y de los riesgos de colisión con la Tierra de uno de estos cuerpos rocosos. Se considera que al menos dos extinciones masivas de la vida en nuestro planeta se han producido en estas trayectorias, por lo que el modelo matemático respalda con nuevas evidencias esta teoría. Los astrónomos advierten que deberían destinarse más medios a la búsqueda de los “Objetos próximos a la Tierra”. Por Yaiza Martínez.

Científicos del Cardiff Center of Astrobiology, del Reino Unido, han desarrollado un modelo matemático que confirma que, actualmente, nuestro sistema solar está atravesando el llamado plano galáctico, lo que aumenta las probabilidades de que algún asteroide colisione con la Tierra. Un asteroide es un cuerpo rocoso que orbita alrededor del Sol. Se convierte en meteorito cuando ingresa a la atmósfera Terrestre. En astronomía, se denomina galáctico al plano situado en medio de la región en la que se hallan la mayor parte de las estrellas de una galaxia con forma aplanada, como las galaxias espirales. Este plano pasa por el centro de la galaxia. Según informa la revista TFOT, los científicos señalan que nuestro sistema solar atraviesa el plano galáctico de la Vía Láctea cada 35-40 millones de años. En anteriores ocasiones, el viaje del sistema solar a través del plano galáctico ha coincidido con extinciones masivas de la vida en la Tierra, como consecuencia del choque contra ésta de un meteorito de gran tamaño. Extinciones pasadas El modelo matemático creado por los investigadores demuestra que nuestro Sol “brinca” de arriba abajo a través del plano galáctico de la Vía Láctea y, a medida que va atravesando las partes más densas de dicho plano, las fuerzas gravitacionales empujan a los cometas fuera de sus trayectorias y los precipitan hacia el interior del sistema solar. Como consecuencia, las probabilidades de que un meteorito alcance la Tierra aumentan. Los profesores Janaki Wickramasinghe y Bill Napier, de dicho centro, explican en la Monthly Notices of the Royal Astronomical Society que el modelo ha permitido calcular el flujo de cometas que se han adentrado en el sistema solar procedentes de la llamada Nube de Oort durante periodos anteriores. Esta Nube de Oort es una nube de cometas que se cree que se encuentra en el límite del sistema solar, a una distancia aproximada de 100.000 UA (UA es una unidad astronómica que equivale a 149.597.870 kilómetros). Estadísticamente, se calcula que en ella existen entre uno y cien billones de cometas, con una masa total tal vez superior a la de Júpiter. Aunque nunca ha sido observada directamente, se cree que la Nube de Oort estaría constituida por los “escombros” de nuestro sistema planetario, al que envolverían como una especie de globo. Según Wickramasinghe y Napier, los episodios de “bombardeo” extra de cometas al sistema solar se producen a escalas de tiempo características de entre 25 y 35 millones de años, en especial en los periodos en que el sistema solar atraviesa el plano galáctico. Peligro futuro De hecho, las expectativas teóricas del modelo matemático coinciden en el tiempo con la edad de los cráteres por impacto de meteoritos aparecidos en la Tierra en los últimos 250 millones de años. Hace años que la comunidad científica concluyó que, al menos, dos de las extinciones masivas de las formas de vida terrestre han tenido lugar durante un periodo de travesía del sistema solar a través del plano galáctico. El modelo de los investigadores de Cardiff respalda con nuevas evidencias esta teoría. Según los astrónomos, el último encuentro del sistema solar con uno de los brazos luminosos de la Vía Láctea (brazos que contienen formaciones estelares) ocurrió hace 65 millones de años. Este encuentro dio como resultado la extinción de casi todos los dinosaurios y de casi el 60% de la vida vegetal de nuestro planeta. El modelo matemático ha deducido, tanto de los registros de los cráteres por impacto y por la posición del Sol con respecto al plano galáctico, que en la actualidad atravesamos un periodo similar. Por esta razón advierten de que deberían destinarse más medios y esfuerzos en la búsqueda de los denominados “Objetos próximos a la Tierra” (en inglés los "NEO" ), que son aquellos cometas o asteroides que, atrapados por la atracción del Sol o de los diversos planetas en órbita alrededor de éste, podrían acabar acercándose peligrosamente a nuestro planeta. Los cometas están mayoritariamente compuestos de hielo y polvo, mientras que los asteroides son rocosos. Según Napier, habría que explorar a fondo el sistema solar a la búsqueda de fragmentos de cometas y también de cuerpos extremadamente oscuros (cometas inactivos) que no pueden detectarse con herramientas corrientes, sino que necesitarían ser rastreados con radiación infrarroja. ¿Más vida? Todos estos aspectos negativos del viaje del sistema solar por las regiones más densas de la Vía Láctea tendrían un lado positivo, señalan los científicos: la posible expansión de la vida a lugares remotos del universo. Es posible, señalan los astrónomos, que los periodos de colisiones de la Tierra con meteoritos permitieran a formas microbianas de vida (a microorganismos) abandonar la Tierra, arrastradas por el polvo y los fragmentos de piedra desprendidos en los impactos, para poblar lugares distantes del universo. Esta idea está relacionada con la teoría de la Panspermia, que señala que la vida en nuestro planeta empezó de esta forma, al llegar en forma de microorganismo en un meteorito. Aunque es una teoría polémica, es cierto que existen pruebas de bacterias capaces de sobrevivir largos períodos de tiempo en el espacio exterior. Chandra Wickramasinghe uno de los creadores de dicha teoría (junto al astrónomo Sir Fred Hoyle), declaró en en una entrevista realizada en 2003 que él y sus investigadores habían encontrado evidencias de la existencia de moléculas orgánicas en el polvo interestelar y también en el polvo cometario. Aunque ya se ha aceptado que el polvo interestelar y cometario es orgánico en una proporción bastante alta, la pregunta que se hacía Wickramasinghe entonces era: ¿cómo es que las partículas formadas en el espacio tienen las mismas propiedades que las bacterias?

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