Muchos animales pueden sentir los campos magnéticos de la Tierra. ¿Por qué no podrían entonces los humanos? Ésta es la pregunta en la que Oleg Shumilov del Instituto de Problemas Ecológicos del Norte Industrial, en Rusia, ha basado el estudio que ha presentado en la reunión anual de la Unión Europea de Geociencias, celebrado en Viena (Austria), y que se publica en New Scientist.
24/04/2008
Shumilov ha observado la actividad de los campos geomagnéticos de la Tierra desde 1948 hasta 1997 y ha encontrado que se agrupan en tres cúspides estacionales cada año: una entre marzo y mayo, otra en julio y la última en octubre. Sorprendentemente también ha encontrado que las cúspides de geomagnetismo se asocian con los máximos del número de suicidios en el norte de Rusia, en la ciudad de Kirovs.
El investigador ha admitido que una correlación como ésta no necesariamente significa que haya una unión causal, pero ha señalado que han sido muchos los estudios que ya han sugerido una relación entre la salud humana y el geomagnetismo.
Tormentas geomagnéticas Los psiquiatras también han percibido la unión entre la actividad geomagnética y los índices de suicidio. Un informe de hace trece años con datos de los suicidios y las tormentas magnéticas en Sudáfrica señalaba esta relación. Estas tormentas (periodos de alta actividad geomagnética por la gran flama solar) se han relacionado también con la depresión clínica.
En 1994, un estudio señaló un incremento del 36,2 por ciento en el número de hombres que ingresaron en el hospital por depresión la segunda semana de tormentas geomagnéticas. ¿Cuál puede ser la causa de esta relación? Si hay una, permanece desconocida.
“La explicación más plausible es que estas tormentas pueden desincronizar los ritmos de cada día y la producción de melatonina”, según Kelly Posner, psiquiatra de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos. La glándula pineal, que regula la actividad diaria y la producción de melatonina, es sensible a los campos magnéticos.
Las tormentas geomagnéticas podrían alterar los relojes corporales, precipitando trastornos afectivos estacionales que además incrementan el riesgo de suicidios.
Así parece quedar pequeña la duda de que las respuestas del cerebro a los campos electromagnéticos pueden desencadenar contracciones musculares cuando se ubican en la cabeza de una persona. Sin embargo, Shumilov no cree que la actividad geomagnética influya en todo el mundo por igual.
El investigador ha presentado también en su estudio los datos de 6.000 mujeres embarazadas que se habían sometido a escáneres rutinarios del ritmo cardiaco de sus fetos entre 1995 y 2003. En el 15 por ciento de los fetos, los periodos de alteración en los ritmos cardiacos coincidieron con los de alta actividad geomagnética.
Shumilov acepta que los niveles de luminosidad en los países del norte puedan influir en la depresión, pero cree que el geomagnetismo puede ser otro factor y, además, uno de los subestimados.
24/04/2008
Shumilov ha observado la actividad de los campos geomagnéticos de la Tierra desde 1948 hasta 1997 y ha encontrado que se agrupan en tres cúspides estacionales cada año: una entre marzo y mayo, otra en julio y la última en octubre. Sorprendentemente también ha encontrado que las cúspides de geomagnetismo se asocian con los máximos del número de suicidios en el norte de Rusia, en la ciudad de Kirovs.
El investigador ha admitido que una correlación como ésta no necesariamente significa que haya una unión causal, pero ha señalado que han sido muchos los estudios que ya han sugerido una relación entre la salud humana y el geomagnetismo.
Tormentas geomagnéticas Los psiquiatras también han percibido la unión entre la actividad geomagnética y los índices de suicidio. Un informe de hace trece años con datos de los suicidios y las tormentas magnéticas en Sudáfrica señalaba esta relación. Estas tormentas (periodos de alta actividad geomagnética por la gran flama solar) se han relacionado también con la depresión clínica.
En 1994, un estudio señaló un incremento del 36,2 por ciento en el número de hombres que ingresaron en el hospital por depresión la segunda semana de tormentas geomagnéticas. ¿Cuál puede ser la causa de esta relación? Si hay una, permanece desconocida.
“La explicación más plausible es que estas tormentas pueden desincronizar los ritmos de cada día y la producción de melatonina”, según Kelly Posner, psiquiatra de la Universidad de Columbia, en Estados Unidos. La glándula pineal, que regula la actividad diaria y la producción de melatonina, es sensible a los campos magnéticos.
Las tormentas geomagnéticas podrían alterar los relojes corporales, precipitando trastornos afectivos estacionales que además incrementan el riesgo de suicidios.
Así parece quedar pequeña la duda de que las respuestas del cerebro a los campos electromagnéticos pueden desencadenar contracciones musculares cuando se ubican en la cabeza de una persona. Sin embargo, Shumilov no cree que la actividad geomagnética influya en todo el mundo por igual.
El investigador ha presentado también en su estudio los datos de 6.000 mujeres embarazadas que se habían sometido a escáneres rutinarios del ritmo cardiaco de sus fetos entre 1995 y 2003. En el 15 por ciento de los fetos, los periodos de alteración en los ritmos cardiacos coincidieron con los de alta actividad geomagnética.
Shumilov acepta que los niveles de luminosidad en los países del norte puedan influir en la depresión, pero cree que el geomagnetismo puede ser otro factor y, además, uno de los subestimados.
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