martes, abril 21, 2009

Ovnis del Area 51 eran aviones sofisticados, según ex trabajadores




Ex trabajadores de la conocida como Área 51, en el desierto de Nevada (EE.UU.), atribuyeron los conocidos avistamientos de ovnis en la zona a vuelos secretos de aviones de combate, publica este jueves el diario Los Angeles Times.Cinco personas, entre ellos militares, agentes de la CIA e ingenieros, relataron sus experiencias en esa base del Ejército, cuya existencia se niega oficialmente y que durante la Guerra Fría sirvió para desarrollar aeronaves capaces de burlar las defensas soviéticas.Las misiones de prueba y alto secreto que partían desde el Área 51 inquietaron a la población, que vio a unos extraños vehículos desplazarse a gran velocidad por el cielo, lo que generó un sinfín de teorías de conspiración, incluida la existencia de tecnología de origen extraterrestre."La forma del Oxcart no tenía precedentes, con su ancho fuselaje con estructura de disco diseñado para cargar grandes cantidades de combustible. Los pilotos comerciales podrían ver por encima de sus cabezas la parte baja del Oxcart, que viajaba a más de 3.000 kilómetros por hora", explicó la autora del reportaje, Annie Jacobsen.El A-12 Oxcart era el nombre en código de un avión espía construido por Lockheed Aircraft Corporation, que se testó en los años 60 desde el Área 51 y se desplazaba tres veces más rápido que el sonido, una información que la CIA comenzó a desclasificar en 2007.En total se produjeron 2.850 vuelos de prueba del Oxcart en el Área 51 mientras el coronel Hugh "Slip" Slater, ahora de 87 años, dirigió la base en aquella década."¡Eso es mucho avistamiento de ovni!", comentó Slater, quien detalló que los pilotos comerciales que daban parte de haberse cruzado con una extraña aeronave eran obligados "por el FBI a firmar informes en los que se les obligaba a no hacer público lo que habían visto".A pesar de los esfuerzos de las agencias federales por silenciar estos avistamientos, la Fuerza Aérea terminó por crear el proyecto Blue Book para hacer constar cada caso.El ingeniero Thornton "T.D." Barnes, de 72 años, encargado de proyectos especiales en el Área 51, reconoció que sí se realizaron trabajos para invertir la tecnología, pero "extranjera, incluida la del caza soviético MiG", no alienígena.Asimismo, Barnes confirmó que formó parte del equipo que dio vida al programa de cohete nuclear Project Nerva, que se desarrolló bajo tierra, lo que sustentó otro de los mitos ligados al Área 51, de la que se decía que estaba llena de túneles."Tres instalaciones estaban conectadas por tren, pero todo lo demás era subterráneo", reveló Barnes.

En busca de Theia, el planeta perdido




Las sondas de la misión STEREO de la NASA han comenzado a buscar los restos de Theia, un antiguo planeta que se supone orbitó alguna vez alrededor del Sol, no muy lejos de la Tierra, según informa hoy la agencia espacial estadounidense en su página web. El descubrimiento de la existencia de ese planeta podría ayudar a los astrónomos a resolver el enigma del origen de la Luna.
"Theia es un mundo hipotético, nunca lo hemos visto, pero algunos investigadores creen que existió hace 4.500 millones de años y que chocó contra la Tierra causando la formación de la Luna", explica Mike Kaiser, científico del proyecto STEREO, en el Centro Goddard para Vuelos Espaciales de la NASA, en EE UU.
Esta misión de observación solar, lanzada en 2006, consiste en dos satélites casi idénticos que ahora se están adentrando en las regiones del espacio L4 y L5, donde los científicos suponen que pudo situarse Theia. "Esto nos ubica en una buena posición para buscar restos del tamaño de asteroides, llamémoslos ‘theiasteroides’, de aquel planeta", dice Kaiser.
Los astrónomos han buscado ‘theiasteroides’ desde la Tierra con telescopios, pero no han encontrado nada, quizá porque el instrumental sólo se centra en objetos de más de un kilómetro de ancho. Al ingresar en L4 y L5, las naves STEREO serán capaces de buscar objetos de mucho menor tamaño, y a una distancia relativamente más corta.
"De hecho la búsqueda comenzó el pasado marzo, cuando ambas naves espaciales finalmente giraron 180 grados para tomar fotografías de dos horas de exposición de las áreas generales de L4 y L5”, indica el investigador, que aclara: “esto es básicamente ciencia extra", porque buscar ‘theiasteroides’ no es la misión principal de las naves STEREO, que es observar el Sol.
"Podríamos no ver nada", continúa, "pero si descubrimos muchos asteroides en L4 o L5 el hallazgo podría dar pie para otra misión que analizará su composición en detalle, y si la misión descubre que los asteroides tienen la misma composición que la Tierra y la Luna, esto respaldará la versión de Edward Belbruno y Richard Gott sobre la teoría del Gran Impacto".
El desaparecido planeta Theia y la Luna
La "hipótesis de Theia" es una idea de estos dos científicos, que la proponen para explicar la teoría del Gran Impacto sobre la formación de la Luna. Muchos astrónomos sostienen que durante la época de consolidación del Sistema Solar un protoplaneta del tamaño de Marte se estrelló contra la Tierra. El material que salió expulsado debido a la colisión, una mezcla de ambos cuerpos, se mantuvo girando en los alrededores de la Tierra y luego se fusionó creando el satélite terrestre. Este escenario explica muchos aspectos de la geología lunar, incluyendo el tamaño del núcleo de la Luna, la densidad y la composición isotópica de las rocas lunares.
Pero esta teoría deja sin respuesta el origen de aquel enorme protoplaneta. Belbruno y Gott creen que vino de uno de los llamados puntos de Lagrange en la órbita de la Tierra alrededor del Sol. Esos puntos del sistema Sol-Tierra son regiones del espacio donde el tirón gravitacional de la Tierra y el Sol se combinan para formar un "pozo gravitatorio". El material a la deriva en el espacio tiende a juntarse allí de un modo similar a la manera en la que el agua se junta en el fondo de un pozo en la Tierra. El matemático del siglo XVIII Joseph Lagrange, demostró que existen cinco de estos pozos en el sistema Sol-Tierra, a los cuales numeró como L1, L2, L3, L4 y L5.
Cuando el Sistema Solar aún era muy joven, los puntos de Lagrange se encontraban poblados principalmente por planetesimales, unidades del tamaño de asteroides que formaron los planetas. Belbruno y Gott sugieren ahora que en uno de los puntos de Lagrange, ya sea en L4 o L5, los planetesimales se unieron para formar el planeta Theia, cuyo nombre en la mitología griega representaba a un titán que dio a luz a la diosa de la Luna, Selena.
Los modelos numéricos computerizados muestran que Theia pudo haber crecido hasta ser tan grande como para producir un objeto como la Luna si ésta se hubiese formado en las regiones L4 o L5, donde el equilibrio de fuerzas permitió que se acumulara material suficiente. "Más tarde, Theia se podría haber separado de L4 o L5 gracias a la creciente gravedad de otros planetas en formación, como Venus, y entonces entrar en ruta de colisión con la Tierra", dice Kaiser.
Si esta idea es correcta, Theia hace mucho tiempo que desapareció, pero algunos de los antiguos planetesimales que no se unieron para formar el planeta podrían permanecer en L4 o L5.
El equipo de STEREO invita al público a participar en la búsqueda inspeccionando las imágenes conforme vayan siendo obtenidas por las naves y facilitadas por internet. Si alguna persona aficionada ve un punto de luz moviéndose respecto de las estrellas, tal vez haya encontrado un ‘theiasteroide’

Confirman que el poder de la imaginación es real


Científicos de la Universidad de Washington han constatado empíricamente, por vez primera, el efecto de la imaginación sobre la realidad. A dieciséis personas se les pidió que buscaran en la pantalla de un ordenador una letra y que señalaran cuándo la habían encontrado imaginando al mismo tiempo una de estas dos posturas: sus manos cercanas a la pantalla o sus manos situadas a la espalda. Los resultados del experimento demostraron que la mera visualización de una postura condiciona las respuestas del cuerpo tanto como la postura física realmente adoptada. Los científicos señalan que esto demuestra que la imaginación tiene la extraordinaria capacidad de dar forma a la realidad.
Los psicólogos Christopher Davoli y Richard Abrams, de la Universidad de Washington en Saint Louis, Estados Unidos, han demostrado empíricamente, por vez primera, que el poder de la imaginación es un poder real. Según informa la Association for Psychological Science de EE.UU. en un comunicado, de esta investigación se desprende que la imaginación es más eficiente de lo que creemos a la hora de ayudarnos a alcanzar nuestros objetivos. En un artículo publicado al respecto en la revista Psychological Science, se explica que en un estudio realizado por el propio Davoli en 2007, se había constatado ya que los objetos situados cerca de las manos los analizamos visualmente con mayor intensidad. En dicho estudio, los participantes debieron colocar sus manos cerca de determinados objetos físicos para comprobar el análisis visual y la eficacia de las respuestas del cuerpo hacia dichos objetos. Se comprobó que la rapidez de la respuesta del cuerpo a los objetos dependía de la cercanía o lejanía de las manos de los objetos analizados: si las manos están cerca del objeto analizado, la reacción corporal tarda más que si las manos están alejadas del citado objeto. Se cree que esto se debe a la importancia de la representación visual para poder asir o evitar los objetos cercanos a nuestras manos. En la nueva investigación de Davoli, sin embargo, las posturas de las manos –más lejos o más cerca de los objetos- no se adoptaron físicamente, sino sólo con la imaginación. Sin embargo, a pesar de esta significativa diferencia respecto del primer experimento, los resultados no variaron, lo que según estos investigadores significa que imaginar una postura da los mismos resultados que adoptarla realmente. Tarea visual e imaginación En las pruebas de esta última investigación participaron dieciséis estudiantes que, en primer lugar, se ejercitaron en la práctica de imaginar movimientos. Posteriormente, todos ejecutaron una tarea visual a través de un ordenador, al tiempo que imaginaban sus manos en dos posiciones diferentes. En un momento del experimento, las manos se las imaginaban situadas alrededor del monitor, como si los participantes fueran a abrazar la pantalla con ambas manos (postura cercana), y en otro momento del experimento, se imaginaban que sus manos estaban colocadas a su espalda (postura alejada). La tarea visual consistía en buscar, en la pantalla del ordenador, una letra-objetivo (H o S) que se encontraba confundida en conjuntos de tres o siete letras de distracción. A continuación debían avisar, con la mayor rapidez posible, que la habían encontrado pulsando una tecla. Antes de realizar este ejercicio, en la pantalla del ordenador aparecía un aviso de tres segundos de duración que indicaba a los participantes cuál de las dos posturas de las manos debían imaginarse durante la tarea visual explicada. Sin embargo, aunque se imaginaran las manos intentando abrazar la pantalla del ordenador o situadas a sus espaldas, las manos permanecían –en realidad- junto al teclado durante todo el experimento. En total fueron realizados dos bloques de 64 pruebas. Dar forma a la realidad Los resultados demostraron que la mera imaginación de una de las dos posturas afectaba a la velocidad de respuesta de una forma muy similar a la obtenida en los estudios previos, con posturas de las manos realmente efectuadas, no imaginadas. Así, los participantes de esta segunda investigación pasaban más tiempo buscando la letra-objetivo cuando se imaginaban sujetando el monitor, en comparación con cuando se imaginaban a sí mismos con las manos a la espalda. Los investigadores sugieren que la mayor lentitud en las búsquedas de la letra objetivo indica un análisis más minucioso de los objetos que están cercanos a las manos, aunque esta postura sea sólo imaginaria. De esta forma, se repitieron los resultados de la citada investigación anterior, en la que los participantes invirtieron más tiempo en observar objetos cercanos a sus manos que en observar objetos realmente alejados de éstas. Los científicos señalan que este hallazgo indica que nuestro espacio “peripersonal” puede extenderse al espacio de la imaginación. El espacio peripersonal es el que está situado alrededor de nuestro cuerpo, y es descrito por los autores de esta investigación como “una “burbuja” invisible que se extiende varios centímetros a partir de la piel en todas las direcciones”. Esta capacidad, señalan los investigadores, presenta algunas ventajas, como la posibilidad de determinar, antes de realizarla, si una acción es o no realista (por ejemplo, ¿puedo llegar a la estantería más alta?) o para ayudarnos a evitar algunos choques. Los autores del estudio concluyen que los resultados confirman una idea que ha sido expuesta durante mucho tiempo por expertos en motivación, psicólogos deportivos, e incluso por John Lennon: que la imaginación tiene la extraordinaria capacidad de dar forma a la realidad. Algo que conocen muy bien, por ejemplo, los deportistas, que utilizan la visualización mental para ayudarse a mecanizar, a automatizar los gestos deportivos y a reforzar sus aptitudes, mejorando sus propias destrezas deportivas.