miércoles, diciembre 24, 2008

martes, diciembre 23, 2008

Seguimos dispuestos a torturar


Quizás ha sido el experimento científico más tristemente célebre de las últimas décadas, porque mostró evidencias convincentes de que todos somos capaces de ejercer una gran maldad.

Ahora, 50 años después, científicos de Estados Unidos repitieron la llamada "prueba Milgram".
Y volvieron a llegar a la conclusión de que la gente sigue dispuesta a infligir dolor a los demás, si se lo pide una autoridad.
La prueba consistía en que los voluntarios debían aplicar lo que creían que eran dolorosas descargas eléctricas a otros voluntarios (que eran en realidad actores), cuando eran incitados por una figura de autoridad.
Los investigadores de la Universidad de Santa Clara, en California, encontraron que aún cuando los actores daban (falsos) gritos de dolor, el 70% de los participantes estaban dispuestos a aumentar el voltaje de las descargas.
Las tasas de obediencia de los participantes fueron ligeramente menores que las del experimento Milgram, dicen los autores en American Psychologist, la revista de la Asociación Psicológica Estadounidense.
¿Hemos aprendido?
"Al conocer el trabajo de Milgram, la gente a menudo se preguntan si hoy en día los resultados serían distintos", explicó el doctor Jerry Burger, quien dirigió el nuevo experimento.
"Muchos creían que, después de las lecciones del Holocausto, ha habido una mayor conciencia social sobre los peligros de la obediencia ciega".

El experimento fue llevado a cabo para ver si hemos aprendido las lecciones del pasado."Pero lo que encontramos fue que los mismos factores situacionales que tuvieron un impacto en la obediencia en el experimento de Milgram, siguen operando hoy en día", agregó el científico.
El experimento original, publicado en 1963, fue llevado a cabo por el profesor Stanley Milgram, de la Universidad de Yale.
El científico reclutó voluntarios para probar el efecto del castigo y el aprendizaje.
Para eso, se le hizo creer a los voluntarios (que tenían el papel de maestros) que estaban aplicando choques eléctricos cada vez más potentes a otra persona (que tenía el papel de alumno), ubicada en un cuarto separado.
También se les hizo creer que "un científico" era la figura de autoridad conduciendo el experimento, y éste debía incitar al "maestro" a que continuara aplicando descargas sobre el "alumno".
En realidad, tanto el científico como el alumno eran actores y la supuesta máquina generadora de descargas eléctricas era falsa.
Milgram encontró que, después de escuchar los primeros gritos de dolor de los alumnos con una descarga de 150 voltios, el 82,5% de los "maestros" voluntarios continuó aplicando descargas.
De éstos, el 79% continuó con las descargas hasta el límite del generador, a 450 voltios.
El estudio, además, no encontró diferencias entre hombres y mujeres.
Consternados
En el nuevo experimento, llevado a cabo por el doctor Jerry Burger, 70% de los participantes estaban dispuestos a continuar con las descargas después de los 150 voltios, pero no se les permitió hacerlo.
Muchos creen que después de las lecciones del Holocausto ha habido una mayor conciencia social sobre los peligros de la obediencia ciega
Dr. Jerry Burger
Al parecer, los voluntarios del experimento original que se mostraron dispuestos a infligir dolor hasta el límite del generador eléctrico quedaron muy consternados tras la prueba.
"Casi cuatro de cada cinco participantes en la prueba Milgram que continuaron después de los 15 voltios llegaron hasta el límite del generador" explicó el doctor Burger.
"Debido a este patrón, al darnos cuenta de la reacción de los participantes al aplicar los 150 voltios, pudimos hacer una conjetura razonable de lo que hubieran hecho si hubieran continuado con el procedimiento", agregó.
Las técnicas del profesor Milgram han sido muy debatidas desde que se publicó su investigación.
Como resultado, se han establecido códigos éticos para los psicólogos y medidas de control en las investigaciones experimentales para prevenir una duplicación exacta del experimento Milgram.
Y para que ésta fuera aprobada por las autoridades universitarias, Burger determinó que en su experimento 150 voltios sería el límite máximo que se aplicaría.
Obediencia ciega
De cualquier forma, la vasta mayoría de los 29 hombres y 41 mujeres que tomaron parte, se mostraron dispuestos a apretar el botón de descarga, sabiendo que causarían daño a otro ser humano.

El estudio podría explicar por qué la gente está dispuesta a participar en genocidio.Incluso cuando otro "científico" (actor) entraba al cuarto y cuestionaba lo que estaba ocurriendo, la mayoría estaba dispuesta a continuar.
Tal como explica el investigador, no es que algo estuviera "mal" con los voluntarios.
Simplemente, es que cuando se nos coloca bajo presión, los seres humanos a menudo hacemos cosas "perturbadoras".
Los resultados del estudio, afirman los expertos, podrían explicar parcialmente por qué en tiempo de guerra y conflicto la gente está dispuesta a tomar parte en un genocidio.
Tal como señala el profesor Alan Elms, de la Universidad de California, en Davis, quien participó en el experimento Milgram en 1961, "el nuevo experimento fue "suavizado", rebajando el límite de las descargas y por lo tanto las condiciones fueron menos estresantes".
"Sin embargo, las conclusiones no son menos perturbadoras: el límite de crueldad de la humanidad, como todo lo demás, depende de las condiciones", dice.
"Parecemos estar programados para cumplir órdenes -agrega- incluso si éstas dañan a los demás".
"Y es claro que, a pesar de todos los espectáculos de horror de la humanidad en el pasado, todavía no logramos entender el mensaje", expresa el científico.

Rehabilitado el escenario de la parábola del buen samaritano


El escenario de la que probablemente sea la parábola más conocida de Jesús, la del Buen Samaritano, ha sido rehabilitado y será inaugurado el próximo año por el Ministerio de Turismo de Israel. El bíblico lugar se emplaza entre Jerusalén y Belén, en una de las sinuosas colinas que ondean en el camino hacia el Mar Muerto, en el desierto de Judea, y es venerado desde antiguo; así lo delatan los restos excavados de una basílica bizantina que data del siglo VI y construcciones de períodos posteriores. Se cree que estas edificaciones se levantaron sobre lo que sería una posada que habría dado refugio al hombre, que según la narración evangélica, había sido robado y despojado de todo y que fue ayudado por el buen samaritano, que pasó después de que el hombre hubiera sido ignorado por un levita y un sacerdote judío. Relatada únicamente en el Evangelio de Lucas (10,25-37), la parábola es narrada por Jesús a fin de ilustrar que la piedad es un sentimiento muy importante; de hecho, la figura del buen samaritano ha pasado a identificarse en la cultura occidental con una persona generosa y dispuesta a ayudar a quien lo necesita.
“Sabemos que éste es el sitio donde se desarrolló la Parábola del Buen Samaritano porque se encuentra entre Jerusalén y Jericó -tal como relata el Nuevo Testamento-, y hemos hallado aquí artefactos de la época del Segundo Templo (de Jerusalén), probablemente del tiempo de Jesús”, explicó a Efe el arqueólogo Yuval Peleg. En el lugar fueron descubiertos utensilios de barro, vasijas de piedra y vidrio y monedas de la época, además de imponentes mosaicos que pavimentan el suelo de la antigua basílica y que han sido recientemente restaurados. También se abrirá un museo en una pequeña iglesia rehabilitada y con un techo a dos aguas, donde los peregrinos podrán contemplar salas con utensilios litúrgicos cristianos, mosaicos originales y réplicas de aquellos encontrados en sinagogas samaritanas o lugares cristianos de las bíblicas Samaria, Judea (Cisjordania) y Gaza. Entre ellos, destaca una inscripción tallada en piedra que contiene los diez mandamientos en escritura samaritana, hallada en el Monte Gerizim, próximo a la ciudad cisjordana de Naplusa, donde hoy en día reside una reducida comunidad de samaritanos. Éstos creen que fue a esa elevación a la que subió Abraham con su hijo Isaac para sacrificarlo y ofrecerlo a Dios, en lugar del Monte Moriá de Jerusalén, que veneran judíos y cristianos. Estos residentes en territorio palestino, junto a otro reducto en la ciudad israelí de Jolón, son los únicos vestigios vivientes de una comunidad que hoy en día está formada por aproximadamente 700 miembros, que se consideran parte del pueblo hebreo, que no judío. Se cree que son descendientes de las diez tribus del antiguo reino de Israel y se rigen únicamente por el Pentateuco, la “Torá” o ley de Moisés, a diferencia del Judaísmo, que sigue el Talmud y otros libros que conforman el Antiguo Testamento. El origen de la comunidad samaritana se remonta a la muerte del rey Salomón, en el 977 antes de Cristo y que desembocó en un gran cisma del pueblo de Israel- tan sólo las tribus de Judá y Benjamín deciden permanecer fieles a la dinastía del rey David, creando el llamado reino de Judá, con su centro espiritual en Jerusalén. Las diez tribus restantes formarían el reino de Israel, con Samaria (Shomrón) como capital. “Uno de los principales focos de tensión entre judíos y samaritanos fue que se les negó a estos últimos participar en la reconstrucción del Templo de Jerusalén”, explicó a Efe el vice custodio de los Santos Lugares, el franciscano Artemio Vítores. Ese antagonismo era conocido en tiempos de Jesús, cuando los samaritanos eran considerados foráneos y heréticos, alejados de la verdadera religión hebrea, razón por la que la famosa parábola ilustra la idea de que “el prójimo son todos los hombres, incluido tu peor enemigo".

descubrimiento de un reloj de hace cien años en una tumba sellada en China hace cuatro siglos.


Los arqueólogos están algo desconcertados después de encontrar un reloj suizo, de unos 100 años de antiguedad, en una antigua tumba que fue sellada hace más de 400 años. La tumba fue hallada en una cueva en Shangsi al sur de China. Dentro de la tumba, incrustado en el barro encontraron un reloj miniatura en forma de anillo con la marca «Swiss».

Archeologists in China are baffled after finding a tiny Swiss watch in a 400-year-old tomb.The watch ring was discovered as archeologists were making a documentary with two journalists from Shangsi town."When we tried to remove the soil wrapped around the coffin, a piece of rock suddenly dropped off and hit the ground with a metallic sound,? said Jiang Yanyu, former curator of the Guangxi Autonomous Region Museum."We picked up the object, and found it was a ring. After removing the covering soil and examining it further, we were shocked to see it was a watch."The time was stopped at 10:06am, and on the back was engraved the word "Swiss", reports the People's Daily.Local experts say they are confused as they believe the tomb had been undisturbed since it was created during the Ming dynasty 400 years ago.They have suspended the dig and are waiting for experts to arrive from Beijing and help them unravel the mystery.*** Oopart es el acrónimo en inglés de Out of Place Artifact (literalmente, Artefacto fuera de lugar). Es un término acuñado por el zoólogo americano Ivan T. Sanderson que hace referencia a objetos paleontológicos y arqueológicos encontrados en lugares y circunstancias muy extraños o incluso imposibles para la arqueología o paleontología tradicionales.